La incapacidad para controlar el consumo de la droga causa una gran alteración en la persona, que se manifiesta con: cambios frecuentes en el comportamiento y en el estado de ánimo, mentiras recurrentes, abandono de obligaciones o actividades de ocio, aumento o pérdida de peso, alteraciones en las pupilas, insomnio y/o somnolencia, etc. La familia que sospecha de un consumo problemático en un familiar no debe ni mostrarle rechazo ni sobreprotegerle, por ejemplo encubriendo sus mentiras. Debe abordarle desde la empatía, la comprensión y el apoyo, pero instándole a pedir ayuda profesional y poniéndole unos límites claros.
Si la persona consumidora quiere evaluar si su consumo puede calificarse de dependencia, puede responder a los siguientes tests: