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Vivir con conciencia: mi proceso de cambio frente a la adicción

Mi ingreso en la Comunidad Terapéutica “Can Coll” de la Fundación Salud y Comunidad (FSC) fue en noviembre de 2023, y puedo decir que ha sido una experiencia maravillosa. Allí tomé verdadera conciencia de mi adicción y comencé a conocerme a mí mismo de una forma más honesta. Era mi tercer paso por una comunidad terapéutica, y aunque había salido antes con altas administrativas, esta vez todo fue diferente. En aquella ocasión, además, viví un momento muy duro: el fallecimiento de mi hermano. Hoy, desde el agradecimiento, siento que debo recordarlo aquí.

En junio de 2024 ingresé en el Piso Terapéutico “Cosmos”, con una idea muy clara: no tener prisa. Venía de dos intentos anteriores; uno interrumpido por fuerza mayor y otro tras una recaída que me llevó a consumir sin control. Esta vez decidí que el proceso debía tener su propio ritmo.

Del espacio abierto a la convivencia compartida

El cambio no fue fácil. Venía de un entorno natural, amplio, con espacios verdes donde podía reflexionar o simplemente escuchar a los pájaros. En el piso, en cambio, compartes casa con otras doce o trece personas, cada una con sus propias dificultades, y ahí no hay lugar para esconderse. Pero precisamente eso fue lo que me ayudó a crecer: enfrentarme a mí mismo y reconocer lo que realmente me pasaba. Me di cuenta de que tenía problemas con la comida por las noches, pero sobre todo, que no sabía comunicar lo que sentía. A partir de ese momento, comenzó mi verdadero proceso de cambio, acompañado por un equipo educativo que trabaja con dedicación y sensibilidad, semana tras semana.

Salir de la comunidad te hace creer que lo tienes todo controlado, pero pronto descubres que no es así, especialmente en el ámbito emocional. Yo pensaba que estaba bien, pero en realidad vivía en una falsa seguridad. También tuve que aprender a gestionar mi economía, algo que me costó meses de esfuerzo y errores. Hoy, con orgullo, puedo decir que me administro con responsabilidad y que he aprendido el valor de la confianza y del compromiso con mi familia.

El valor de la convivencia y la planificación

En el piso, cada espacio cuenta. La convivencia, las tareas compartidas, las cocinas, los grupos… todo es una oportunidad para conocerte y relacionarte mejor. Aprendí la importancia de planificar mi semana, anticipar dificultades y cumplir compromisos. También comprendí que la medicación y la salud son parte del mismo proceso de responsabilidad personal, una forma de cuidarme y reconocer mis límites.

Dinámicas que transforman

Durante mi estancia en “Cosmos”, participé en diferentes dinámicas y grupos terapéuticos que me ayudaron a romper creencias falsas y fortalecer mi independencia emocional:

  • Arteterapia: fue una experiencia profundamente liberadora. Me permitió conectar con mis emociones a través de la creatividad y el mindfulness. Llorar, expresar y sentir fue sanador.

  • Cohesión: un espacio para aprender a resolver conflictos y comunicarme con claridad.

  • Deporte: incorporé el ejercicio a mi rutina. Hoy voy al gimnasio cinco días por semana, un hábito que nació en el piso.

  • Género: quizás una de las experiencias más transformadoras. En el grupo de género reflexioné sobre el patriarcado y las desigualdades. Salí más consciente y comprometido; si ya me consideraba feminista antes, ahora lo soy aún más.

  • Prevención de recaídas: un espacio de intercambio entre iguales, donde las experiencias compartidas se convierten en aprendizaje colectivo.

  • Salud: aprendimos a cuidar el cuerpo, la alimentación, el descanso y a recuperar hábitos saludables.

  • Habilidades sociales: esenciales para la vida. Aprendí a gestionar conflictos, a recibir críticas y a comunicarme desde la asertividad.

Todas estas dinámicas me enseñaron que la persona que más debe cuidarse y quererse es uno mismo. Aprendí que el autocuidado es una forma de respeto y que comprometerse con la propia salud —física y mental— es también una forma de libertad.

El acompañamiento profesional: un pilar del proceso

Las tutorías individualizadas fueron otro pilar fundamental. En ellas pude revisar mi proceso, reconocer mis recaídas, mis avances y mis resistencias. Quiero agradecer profundamente la paciencia y sensibilidad del equipo educativo, que siempre estuvo ahí, acompañándome con cercanía y profesionalidad.

El Piso Terapéutico “Cosmos” no es solo un lugar de paso; es un espacio de aprendizaje profundo, donde se nos enseña a mirar dentro de nosotros mismos, a “rascar hasta el fondo” para poder reconstruirnos desde la honestidad. La coordinadora y el equipo están siempre atentos, conocedores de cada proceso y dispuestos a ofrecer apoyo en el momento justo.

Gratitud y esperanza

Hoy puedo decir que me siento más libre, más consciente y más en paz conmigo mismo. He aprendido que vivir con conciencia es reconocer la enfermedad, aceptar las emociones, cuidar los vínculos y agradecer cada paso del camino.

A todo el equipo de FSC, a mis compañeros y compañeras, y a quienes me acompañaron en este proceso: gracias por ayudarme a transformar mi vida. Siempre os llevaré conmigo, porque de esta experiencia no solo he salido sobrio, sino también más humano y más consciente de mi propio valor.

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